Joaquín Sánchez, nuestro consiliario diocesano, se incorpora como colaborador en esta página, con sus reflexiones y artículos de actualidad bajo la sección Otro mundo es necesario

Por JOAQUÍN SÁNCHEZ / Era difícil imaginar que íbamos a llegar a este punto, donde las decisiones no las toman los gobiernos, sino los banqueros y los diversos gobiernos avalan dicha decisiones, sin ningún tipo de titubeo y caiga quien caiga, en este caso la ciudadanía y dentro de ella los sectores más vulnerables socialmente.

Nuestra democracia ha quedado encerrada y enjaulada por la economía, que se ha traducido en una bancracia. Vamos a explicar cómo funciona este sistema bancrático: los banqueros, las grandes fortunas, los más adinerados actúan desde la impunidad, es decir, hacen lo que consideran oportuno para ganar el máximo de dinero, para ello presionan a los gobiernos para la desregulación de la actividad financiera y que puedan actuar sin ningún control público y el poco control que puedan tener las administraciones no se ejerza de una manera real y cualquier decisión siempre sea a su favor. Los productos financieros que eran objetivamente basuras obtuvieron la máxima calificación de las ya famosas agencias de calificación y los bancos centrales y los bancos nacionales, entre ellos el Banco de España, brillaron por su ausencia y su silencio. Estos productos financieros, entre los que se encuentra las hipotecas de alto riesgo, son el origen de la crisis financiera.

Otra de las características es la inmunidad, es decir, que hagan lo que hagan no les pasa nada. Han realizado tasaciones fraudulentas, pisos que valían como mucho treinta mil euros lo valoraban en ciento veinte mil euros, han cogido el dinero de los clientes sin su permiso para invertirlo en operaciones especulativas que ha conllevado grandes pérdidas, han engañado con los productos financieros…De hecho, algunos no le llama a esta situación crisis financiera, sino estafa o fraude financiero. Una estafa o un fraude ¿No es un delito? Después llega el pequeño autónomo y hace alguna pequeñísima pifia y lo multan. Esta inmunidad adquiere el mayor de los cinismos y de los sufrimientos: Los causantes de esta internacional estafa no lo están pagando, lo están pagado el resto de la gente. Sus agujeros financieros están siendo tapados con dinero público, cuya cantidad aportada es inmensa, lo cual ha provocado que los estados se endeudaran en el presente y para el futuro. Con la excusa de este endeudamiento, se están haciendo recortes en sanidad, educación y política social. La bancracia hace que sean los ciudadanos los que tengan que sufrir las consecuencias, perdiendo calidad de vida y condenando a millones de personas y familias a la pobreza y a la miseria. Negándose a cualquier mecanismo de una fiscalidad justa como pueda ser la eliminación de los paraísos fiscales, impuesto de transferencia financieras, impuesto sobre los beneficios de la banca, mayores impuestos sobre las renta del capital etc.

A los bancos se les exime de la responsabilidad, de cualquier responsabilidad, poniendo el acento en los ciudadanos. En el caso de las hipotecas se dice que el problema está en que los ciudadanos hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Los bancos han dado préstamos como churros y te llamaban a tu casa para ofrecértelos. Pedías un préstamo de cien mil euros y salía con uno de ciento cincuenta mil euros; el director de la sucursal te comía la cabeza para que ampliaras el préstamo para los muebles, un coche nuevo, una tarjeta de crédito…Los bancos nos sedujeron y caímos en su trampa, pero claro, la culpa es de los ciudadanos por no decir que no, porque queríamos vivir por encima de nuestras posibilidades, porque teníamos la vocación de ricos.

Todo esto se consigue gracias a la colaboración indispensable de los gobiernos, que aprueban leyes que los beneficia y que ponen todos los mecanismos de estado al cumplimiento de estas leyes que favorecen a la bancracia y que nos convierte a los ciudadanos en mera mercancía. Ejemplo de esto, lo tenemos en las leyes hipotecarias, que permiten los desahucios sin cortapisas. Mientras los bancos han sido rescatados, los jueces, aplicando las leyes, dictaminan la ejecución hipotecaria y las fuerzas de orden público son los garantes que se cumplan estas resoluciones por la fuerza. La familia se queda en la calle, deben seguir pagando el préstamo, el banco puede volver a vender esa vivienda y la familia desahuciada, a pesar de que el banco haya vendido la casa, debe seguir pagando la deuda.

Pero, también la bancracia necesita la resignación y la paralización de los ciudadanos para que no protesten ni reivindiquen ni luchen ni se comprometan. Además, de los gobiernos, muchos medios de comunicación favorecen esta resignación, diciendo que no se puede hacer otra cosa y que el déficit hay que corregirlo. La bancracia necesita de la complicidad mediática para adormecer el pensamiento y la conciencia, y, por tanto, las posibilidades de movilizaciones que transforme esta realidad. Lo triste de esto, es que da resultado.

Lo dicho, la democracia ha quedado sepultada por la bancracia.