“El trabajo es fuente de vida y la crisis no puede ser una excusa para no velar por las medidas de seguridad en el trabajo”

IMG_0756Desde la Delegación de Pastoral Obrera y la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de la Diócesis de Cartagena queremos expresar nuestra solidaridad con las familias de los dos jóvenes trabajadores fallecidos en el accidente laboral ocurrido el viernes por la tarde en Lorca. Asimismo queremos reclamar a todos los agentes involucrados en el drama de la siniestralidad laboral (instituciones, empresas y a los propios trabajadores) que no cejen en su empeño por luchar contra las situaciones que generan tanto dolor y sufrimiento a los trabajadores y a sus familias.

A nuestro juicio se necesita un esfuerzo colectivo para que este goteo constante de víctimas en el ámbito laboral acabe, especialmente en una situación de crisis y desempleo como la que atravesamos, y que en ocasiones está sirviendo de excusa para degradar las condiciones de la salud de los trabajadores. Nos unimos al resto de organizaciones sociales y eclesiales que se esfuerzan por recuperar para el mundo obrero su dignidad y su conciencia.

La salud laboral es una cuestión de Justicia, de condiciones y ambientes de trabajo adecuados, donde se pueda desarrollar la actividad profesional con dignidad. Los mal llamados “accidentes” de trabajo se pueden evitar. Podrían desaparecer si se adoptaran siempre las medidas preventivas marcadas por nuestras leyes. Si se profundizara en una cultura real del trabajo saludable.

La persona es lo primero

La situación actual de crisis está degradando aún más la salud de los trabajadores, tanto de los que conservan el empleo y están dispuestos a rebajar sus pretensiones económicas y las condiciones de su trabajo, para no perderlo; como para los que se han visto afectados por el despido (muchas veces amparado en las injustas y sucesivas reformas laborales), y que buscan desesperadamente un trabajo a cambio de lo que sea para poder mantener a flote a su familia.  Aumenta el estrés, la ansiedad, las depresiones… todo ello motivado por esa tensión a que nos vemos sometidos unos y otros.

Frente a esto, como creyentes en Jesús de Nazaret, afirmamos que “LA PERSONA ES LO PRIMERO”, que no puede haber intereses particulares que se antepongan a los derechos y la vida de las personas, y que el trabajo es fuente de vida y no de explotación y de muerte.

No podemos permanecer impasibles ante los recortes y la precarización de derechos, que lo único que consiguen es más paro, más pobreza y peor calidad de vida, para salvar a los bancos, privatizar servicios y que los ricos sean cada vez más ricos.

Dios quiere que el trabajo sea para la vida, no al contrario. Por eso, las trabajadoras y trabajadores cristianos estamos luchando por esa vida, por esa dignidad. Por eso seguiremos acompañando a las víctimas y solidarizándonos con los que sufren precariedad, ven degradadas sus condiciones de trabajo, e incluso llegan a enfermar por ello.

«Todos los cristianos debemos implicarnos en la defensa de la vida en el trabajo, porque el compromiso al servicio de la vida obliga a todos y cada uno. Es una responsabilidad propiamente «eclesial», que exige la acción concertada y generosa de todos los miembros y de todas las estructuras de la comunidad cristiana. Recordamos que, para defender la vida, es necesario que se reconozca la justa escala de valores, la primacía del ser sobre el tener, de las personas sobre las cosas».