Por JOAQUÍN SÁNCHEZ / El funeral de Nelson Mandela ha congregado a un sinfín de mandatarios de todas las partes del mundo, que previamente habían declarado que Nelson Mandela había sido un modelo de político y de gobernante. El presidente español Mariano Rajoy ha alabado esta figura e, incluso, ha escrito un artículo sobre él, poniéndolo como modelo de la concordia. Y, aquí comienza el cinismo de nuestro gobierno. ¿No está pensada La Ley de Seguridad Ciudadana contra personas como Nelson Mandela? Pues sí. Mandela luchó por la libertad, la justicia, la reconciliación y la igualdad desde la no violencia. Estoy seguro que estaría en las puertas de las casa impidiendo desahucios, protestando sin pedir permiso por la justicia y la igualdad, dando ejemplo de reconciliación ante la violencia de cualquier índole política. El cinismo de nuestros gobernantes es manifiesto, se alaba a alguien con el que no se está de acuerdo en su visión de la realidad.

Todo esto, en nuestro país. Si nos fijamos en el presidente norteamericano Obama, que también se siente muy afligido con la muerte de esta figura y lo considera un modelo, habría que preguntarse por la cantidad de civiles inocentes muertos bajo su mandato y el apoyo a multinacionales que son los causantes de millones de muertes en todos los continentes y, en especial, en África. Así, como el mantenimiento de regímenes dictatoriales de todo el mundo, que practican el racismo. Podemos poner como ejemplo Arabia Saudí y Marruecos. No hay que olvidar que hasta 2008 estaba en lista de mayores terroristas en la CIA. Si nos vamos a Rusia, Putin también muestra su admiración por Nelson Mandela, cuando su gobierno es una dictadura encubierta, que practica el asesinato, las encarcelaciones y el terrorismo de estado como hace Estados Unidos. Y, así una interminable lista de gobernantes, que han expresado algo que no sienten. Por desgracia, para muchos políticos, la mentira, la manipulación y el cinismo se han convertido en un instrumento de hacer política para contentar a la opinión pública. Para manipularla en función de mentiras que claman como verdades y verdades que las convierten en mentiras. Son maestros del engaño y si éste falla, utilizan la represión.

El funeral de Mandela se ha convertido en una galería del cinismo, donde los mandatarios han acudido más que por la muerte de esta figura histórica entrañable, por la posibilidad de hacer negocios y establecer contactos diplomáticos que en la actualidad no es posible ni siquiera en la ONU. Se trata de utilizar este funeral como encuentro internacional para abrir mercados al margen de Los Derechos Humanos, para limar asperezas diplomáticas y sondear posibles alianzas en lugares geoestratégicos.

Se exalta la figura y por otra parte se realizan y se ejecutan políticas contrarias a las políticas que Mandela realizó a lo largo de su vida. Todo va a quedar en un acontecimiento de gran repercusión con tintes de espectáculo. Creo que se trata de idealizar esta persona de tal manera que su lucha quede en segundo plano. Todos los gobiernos occidentales lo alaban y en cambio están llevando a cabo un proyecto de sociedad basada en la desigualdad, en las diferencias sociales, en una minoría enriquecida y en una mayoría empobrecida, en la discriminación de los inmigrantes, ahí tenemos los Centros de Internamiento de Extranjeros, que estoy seguro que si gobernara Mandela los hubiera cerrado. Unos gobiernos que fomentan la violencia y el dinero por encima de todo.

Nelson Mandela no sólo lucho contra el apartheid, que en esto sí es fácil coincidir, luchó por un modelo de sociedad donde nadie estuviera excluido y lo que es importante,  luchó desde su vida y con su vida. Estuvo en la cárcel  nada más y nada menos que durante  27 años, la amenaza de encarcelamiento no detuvo su lucha. Libertad, justicia y paz fueron los ejes de su existencia. En cambio, nosotros estamos viviendo recortes en las libertades, en la justicia social y fruto de todo esto, se recorta la paz, a través del miedo a sanciones económicas y penas judiciales. La paz social se ha tornado en resignación social y quien no se resigne que se atenga a las consecuencias del poder.

Lo dicho, el funeral de Mandela ha sido un exhibicionismo de cinismo político, un escaparte internacional para mercadear. Pero, el legado seguirá vivo en la gente y en los movimientos que luchen por la libertad, la justicia y la paz y sean coherentes con ellas, llegando a la desobediencia civil.