III DOMINGO DE ADVIENTO / Sofonías 3,14-18a; Isaías 12 …; Filipenses 4, 4-7; Lucas 3, 10-18. 

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Por JOSÉ LUIS BLEDA / La principal nota de este domingo, el tercero de Adviento, ya sólo nos queda una semana y un día para la fiesta de la Navidad, es sin duda la ALEGRÍA, y esto se refleja incluso en el color de las vestiduras del sacerdote que en este domingo pueden ser rosa en vez de morada. Alegría a la que nos invita el profeta Sofonías en la primera lectura, una alegría que debe proclamarse a gritos, como cuando tu equipo marca gol, una alegría que no puede ser callada, como se refleja en el himno de Isaías que este domingo se usa como salmo responsorial, una alegría comunitaria, tal y como se nos expresa en la segunda lectura.

¿Puede haber fiesta sin gente? Imaginad una fiesta de uno solo, o está loco o es algo muy, pero que muy triste. La alegría se vive, se expresa, se comparte, y para eso necesitamos de los demás.

Creo que tenemos claro que sin alegría no podemos acercarnos, y, mucho menos, celebrar la Navidad, pero no basta con la alegría. ¿Qué más podemos hacer?

Esta pregunta no es nueva, precisamente el Evangelio que proclamamos este año en este tercer domingo de Adviento nos la presenta en boca de quiénes acudían al desierto a escuchar a Juan el Bautista: ¿Qué tenemos que hacer? Puede ser que en aquella época fuese una pregunta real, es decir, que fuese verdad que no sabían lo que tenían que hacer… Permitidme que hoy en día dude de la honestidad y sinceridad, sobre todo por parte de los creyentes adultos, que nos hacemos esta pregunta: tras leer los Evangelios, haber completado la iniciación cristiana, ver cómo va el mundo ¿en serio no sé que tengo que hacer? En este punto siempre recuerdo una anécdota de cuando era mucho más pequeño, ya tenía años para ir a hacer los recados en casa, y, mi madre me mandó a comprar patatas… pero yo no quería ir a comprarlas, y como quedaba feo decir no quiero, pregunté: ¿cómo son las patatas? Ridículo, ¿no? No le sonará también ridículo a Dios cuando le preguntamos ¿qué debemos hacer? Pero Dios hoy, con su paciencia nos responde: en primer lugar compartir, compartir la ropa, compartir los alimentos,…, y, en segundo lugar no aprovecharnos de nadie, no usar nuestros recursos, nuestras capacidades, para explotar al otro y vivir a costa de los otros. ¿Lo hacemos? ¿Lo queremos hacer?