Por JUAN GARCÍA CASELLES / Por amarga experiencia conocemos los efectos de los recortes en las clases populares. En cambio, apenas si se habla de los efectos que los recortes están teniendo en la burguesía (o sea, los capitalistas, o sea, los  empresarios). En principio, la seudocrisis esta que padecemos consiste en un fortísimo ataque de las clases dominantes para reducir el nivel de vida de los trabajadores e incrementar el excedente, la cantidad con la que ellos se quedan para continuar el proceso de acumulación, con el consiguiente incremento de su riqueza y de su capital.

Pero los recortes no les afectan a todos por igual. La disminución del nivel de vida de los trabajadores y el deterioro de sus condiciones laborales favorece básicamente a los capitales más grandes. Las multinacionales en general, y todas aquellas empresas que puedan vender sus productos en el mercado internacional (que exporten),  tendrán la ventaja de que sus costes laborales disminuyen y por ello sus beneficios aumentarán porque el montante de sus ventas en principio no se verá afectado. En cambio, las pequeñas empresas y los autónomos que no pueden vender sus productos fuera del mercado nacional seguirán sufriendo la disminución del consumo, y su consecuencia del hundimiento de las ventas y por eso muchos de ellos han desaparecido o desaparecerán. Es decir, dejarán de ser burguesía.

Esto significa que la gran burguesía imperialista, la de las multinacionales y similares, va a salir muy reforzada y su dominio mundial se va a incrementar. De las burguesías medias se salvarán los que puedan incorporarse al comercio internacional, siempre que dispongan de medios de financiación. Pero el resto tendrá muchas
dificultades para sobrevivir. Todo esto significa que se está produciendo un reajuste del reparto del excedente, de forma que los grandes absorberán la cuota de mercado y los beneficios de los que se hundan.

Los países como España que no disponen de muchas grandes empresas sufrirán las consecuencias del cierre de tantas empresas medianas y pequeñas y el paro no cesará de aumentar, como se está viendo, mientras que aquellos países como Alemania, USA, Holanda, etc., con predominio de las multinacionales sufrirán menos
el azote del paro.

Al final, lo de Marx, cada vez menor número de ricos que serán cada vez más ricos. Nada nuevo. Pero lo importante es ver cómo se reparten tanto la tarta de los beneficios como la tarta del poder (de cualquier clase, económico, político, etc.)

La nueva composición de la burguesía mundial, con la incorporación de las nuevas burguesías que asciendan y con la desaparición de una multitud de pequeñoburgueses y de burguesías medianas (antiguas burguesías nacionales), va a dar lugar a reajustes de poder en todos los terrenos, y muy especialmente en el terreno de la
política internacional y, por las mismas causas, en las políticas nacionales y regionales. Y, de la misma manera, habrá movimientos muy importantes en el terreno de las ideologías que tiendan a justificar y legitimar los nuevos poderes.

En estas circunstancias, ¿qué poder político, tanto nacional como internacional, podría controlar un poder económico cada vez más global y cada vez más poderoso? O lo que es lo mismo, ¿cuáles serían los instrumentos y los medios para un cambio?