El autor del artículo, segundo por la izquierda, es impulsor de la Plataforma por el Soterramiento de las vías del tren a su paso por Murcia./ Foto: LA VERDAD

Por JOAQUÍN CONTRERAS / El pasado 20 abril se celebró en Murcia el “Día de la Hoac” 2013, bajo un sugestivo lema: “Ante una democracia rota, otra política es posible”. Y lo que pudo haber sido un mero relato utópico de lo que debería ser otra forma de hacer política, que cualquier manual de participación y praxis política desarrollaría como una meta a la que tender pero en realidad inviable o irrealizable, se convirtió en una demostración de que en la localidad alicantina de Villena se está haciendo realidad de la mano de una corporación que preside el alcalde Javier Esquembre, quien junto a la concejala de Participación Ciudadana, Mercedes Menor, nos hicieron soñar, comprobando que lo que en nuestro contexto es una utopía sólo imaginable, es posible llevarla a cabo cuando quien gobierna pone el interés de sus ciudadanos por encima de los de su formación política.

Así supimos, porque lo están haciendo realidad:

• Que se puede ser de verdad el alcalde de todos los vecinos, cuando estamos hartos de comprobar que se es más alcalde de los de su grupo social o ideología.

• Que se pueden construir presupuestos participativos en vez de presupuestos elaborados desde las élites y las ejecutivas políticas.

• Que se pueden crear espacios de reflexión con asociaciones y colectivos ciudadanos, aunque éstos puedan llevar al político-gestor de turno a soluciones distintas a las que él habría concebido, sin miedo a que se haga lo que los ciudadanos han querido.

• Que se puede abandonar la prepotencia que otorga la mayoría política en búsqueda de acuerdos consensuados con las minorías, aunque para ello se tenga que ceder, pues serán mejor que una decisión impuesta.

• Que un Alcalde puede promover que la ciudadanía se “empodere” frente a la Administración, en vez de gobernar ignorándola, incluso yendo contra sus intereses y desposeyéndola de toda posibilidad de actuación.

• Que un mal que se puede evitar justifica que pueda posponerse un logro final grandioso, en vez de empeñarse en su consecución a costa de lo que sea.

• Que es posible facilitar el contacto con los ciudadanos adaptándose a las posibilidades de éstos y no al revés o incluso dificultando o impidiendo esta relación.

• Que la utopía no se logra como meta, sino dando pasos hacia ella, sin abandonarla por inalcanzable.

Gracias, Javier y Mercedes; porque lo que habéis compartido con nosotros no es un sueño, ni una ilusión; lo estáis haciendo realidad. ¡Tan cercanos y tan distintos!

Porque en nuestro entorno, cualquier parecido con vuestra realidad es mera coincidencia, llegando incluso a ser insultados por discrepar de la acción de gobierno.

Cuando las encuestas de opinión nos revelan que para la mayoría de los españoles, nuestra clase política no es la solución, sino el problema, para salir de la situación en que España se encuentra, vuestra experiencia abre un halo de esperanza: la recuperación de la confianza social hacia la política debe llegar por el camino que vosotros estáis trazando.

Porque lo que hoy se practica desde las opciones políticas mayoritarias es una política dictada desde una posición de poder absoluto no compartido con los ciudadanos, ni tan siquiera con las minorías políticas.

El único juego que se permite a la ciudadanía es depositar una papeleta cada cuatro años, en cuya confección y ordenación de candidatos no ha podido participar y que la opción política ganadora interpreta como un cheque en blanco con el que tomar cualquier decisión, sobre temas incluidos o no en el programa electoral con el que se pidió el voto o que contradicen las propias promesas y programas electorales. O para tratar de legitimar acciones de gobierno claramente fraudulentas.

Así, la élite política que accede al poder se convierte en una sacrosanta casta privilegiada que no ha de rendir ninguna cuenta a la ciudadanía, so pretexto de una legitimidad emanada de las urnas. Al ciudadano sólo se le reserva el papel de sumisión, fidelidad y rendir pleitesía a sus teóricos representantes hasta que cuatro años después sea de nuevo llamado al rito del voto.

Por ventura, una buena parte de la sociedad despertó de su inacción el 15M de 2011 al grito de “No nos representan”, para mostrar su indignación por esta práctica política, y el espacio público fue utilizado como teatro de una queja lícita y legítima, por más que la casta política gobernante trate de criminalizarla y reprimirla de manera abusiva por unas “fuerzas de orden” convertidas en meras fuerzas de represión social.

No, nuestro voto no es un cheque en blanco. Hoy sabemos que otra política es posible.