Por JUAN GARCÍA CASELLES / Sí, podemos. El eslogan de Obama ha tenido gran éxito y la gente lo pronuncia con la misma unción que si invocara a todos los santos y santones que en el mundo han sido. Uno, que siempre he sido de las clases dominadas, no puedo por menos de preguntarme: Pero ¿podemos? ¿Qué podemos? Así, a brote pronto, ¿podemos acabar con el capitalismo? Yo diría que no. O sea, que no podemos todo. Bueno, pero puede ser que podamos algo, como, por ejemplo, acabar con el domino de la derecha tanto a nivel local, como nacional, como internacional. Pues tampoco. Aunque quizá pudiéramos acabar con la izquierda capitalista, que no sabe uno qué es peor.

No hemos podido acabar con los recortes, ni con el facherío del poder judicial (al que nadie pidió cuentas en la transición), ni siquiera con la carcundia clerical que sigue dando (eso) con todo lo que toca al sexo mientras le importa un comino todo lo que tenga que ver con las perras, los pobres (los de la bienaventuranza) y los ricos (los de la malaventuranza). Entretanto, los torturadores del franquismo siguen vivitos y coleando, mientras las víctimas de la represión franquista duermen el sueño de los justos en cualquier cuneta. ¿Podemos, qué podemos?

Bueno, seamos justos, cualquier español puede si ninguna limitación ni cortapisa, poner 1, x, ó 2, en la quiniela sin que ni siquiera le puedan acusar de rojo ni nada parecido.

También, si se junta una buena organización con una conjunción de fuerzas sociales, en una determinada coyuntura política, puede tener éxitos como los de la sanidad en Madrid, pero no os hagáis muchas ilusiones, porque esto pasa pocas veces y no suele durar gran cosa. Recordad el “éxito” (tan trascendental) del 15-M.

Dicen los entendidos que nunca se puede salir de una habitación cerrada si se cree firmemente que se está fuera de ella. De la misma forma, nunca se podrá acabar con la opresión y la explotación si se cree que tal cosa no existe, o si se piensa que en dos patadas, o juntándonos unos cuantos, podemos acabar con la tremendamente compleja estructura que nos aplasta.

El primer paso para la liberación es tomar conciencia de nuestra situación de oprimidos y explotados, de lo limitado de nuestros poderes y capacidades, y no creernos bobadas que nos vende el poder para que pensemos que podemos liberarnos como si nada.

Y es que, al final, lo único que verdaderamente podemos, y es el único camino para des-alienarnos, es luchar contra la opresión en todo momento y en todo lugar, porque luchar es vivir. Todo lo demás son consignas de cantamañanas o engañifas de trepas, esos a los que el culo les huele a sillón.