Domingo 3 de mayo de 2020 (III Pascua) | Hechos 2, 14.36-41; Salmo 22; 1ª Pedro 2, 20-25; Juan 10, 1-10.

Por JOSÉ LUIS BLEDA | Primer domingo de mayo, en España día de la Madre; cuarto domingo de Pascua, conocido como domingo de El Buen Pastor, ya que en el Evangelio se nos presenta Jesús como el Buen Pastor, el que conoce y ama a sus ovejas, da la vida por ellas, domingo que a nivel mundial la Iglesia dedica a la oración por las vocaciones a la vida consagrada y que en España también se pide, de manera especial, por las vocaciones nativas o las que surgen en los territorios de misión, este año la colecta (que siempre es floja) para los centros de formación de esas vocaciones no se hará, pero siempre podrán los fieles aportar algo a las OMP si así lo quieren hacer; y, al caer en 3 de mayo, para muchos el día de la Cruz. Un domingo que en España se vive con esperanza, ya se habla de apertura, mientras que en Honduras, al menos aquí en Cortés se nos habla de un cierre más rígido por 14 días (y, perdonar si no es así, pero en estos cierres más rígidos veo, más que la voluntad de proteger y proteger a los más débiles,  un vamos a encerrarlos para que no nos contagien y crean que los liberamos cuando les dejemos salir).

Un domingo especial, no tanto por el coronavirus este, aunque sin duda que la situación que me hace vivir influye: un domingo de la madre sin poder ver físicamente a mi madre, tampoco la hubiese visto, ya que tenía previsto estar aquí en Honduras y no ir a España hasta septiembre, pero el hecho de saber que aun estando allí no hubiese podido acercarme a verla, parece que carga un poco más la tristeza. También especial, porque hace 11 años, el tres de mayo, que también caía en domingo, nacía mi segundo sobrino, Luis, y tras su padre y el personal que atendió el parto en La Vega, fui de los primeros en verlo, pues el autobús que volvía de Madrid tras el Encuentro Nacional de Infancia Misionera, me dejo en el Hospital para que pudiese verlo y llegaba a la entrada de la zona de partos, cuando sacaban al niño y detrás llevaban a mi hermana a la habitación,.., son cosas que no se olvidan y llenan de alegría.

En este domingo las lecturas me dan respuesta a muchas sensaciones, pero por encima de todo, al orar con el Evangelio, noto una llamada a la Libertad, una llamada a ser libre para seguir a Jesús y a luchar por la libertad de todos para ser como Jesús alguien capaz de liberar y dejar en libertad a los que amo; y, esto precisamente al considerar la figura de Jesús como Buen Pastor, que nos propone el Evangelio de Juan. Un Pastor que va delante, que conoce, a quién le conocen por la voz, un Pastor que es Puerta, que no salta por la ventana ni va con segundas intenciones, ese es mi Pastor, ese es el modelo que me ofrece el Evangelio para ser Pastor. Tengo la suerte de tener en la familia pastores, tengo una prima hermana casada con un pastor, aunque mejor dicho el pastor es su cuñado, y en mi primera experiencia misionera, en Perú, en las comunidades campesinas camino a Paruro pude observar como los niños pequeños, algunos con menos de 5 años, se encargaban de llevar a pastar a sus ovejas,… Normalmente la función del pastor es que no se pierda ninguna, las cuenta, y con ayuda de piedras o de los perros procura que no se pierdan, lo normal es que vaya detrás, no delante, Jesús es diferente, no tiene miedo de perderlas, las conoce y las quiere, en la Biblia el verbo conocer implica el amor, es tan distinto a como se hacen las cosas en el mundo. Muchas veces para que los niños vayan a misa se les amenaza con que no van a recibir la Primera Comunión, o, con las penas del infierno, o sí es pecado mortal,…; creo que en parte la situación que estamos viviendo puede ayudarnos a dejar eso de lado, pero ¿cuánto mal no se ha hecho al presentar el vivir los sacramentos como una obligación o algo de lo que depende mi salvación y la de los míos? ¿Acaso la salvación no nos viene por el amor de Dios que ha derramado su sangre por nosotros? ¿Hay que pagar por el amor? ¿Pagar por amor no es prostituir? El amor es gratis, es libre, libera, no esclaviza, convence, persuade, atrae pero no ata,.., no engaña, no tiene segundas intenciones, ni intereses ocultos… ¿Amo como Jesús? ¿Cómo pastoreo la porción del pueblo de Dios que me ha sido confiado? Reconozco que me he equivocado muchas veces, por eso, es un buen día para pedir perdón y pedirle a Jesús que no dejé de ser mi pastor y de enseñarme a ser pastor conforme a su corazón.

Y, siguiendo el salmo 22, si Él es mi Pastor, ¿cómo puedo vivir agobiado por todo lo que me falta? ¿Cómo puedo orar con este salmo y luego considerar que me faltan tantas cosas en la vida: ser valorado, que me quieran, tener esto y lo otro? ¿No lo tengo a Él, no me da todo lo que realmente necesito? Una de las características del pastor según Jesús y de aquél que se deja pastorear por Jesús debe ser la alegría y la confianza, el saber y sentir que no necesitamos nada, pues en Él ya lo tenemos todo, que todo lío, enredo, y mal momento, vamos a salir, pues es Él quién nos conduce y nos llevará a buen puerto.

Cierto, como he mencionado antes, que vivimos en medio de situaciones dolorosas, que nos sobrepasan, la pandemia, el estar confinados, el ver, sobre todo en Honduras, como se toman medidas que hacen daño a la población más vulnerable: no poder salir de casa cuando la casa es una pequeña habitación, con carencia de agua y de luz, cuando debes convivir en situación de violencia doméstica o maltrato, cuando para los 14 días que debes estar encerrado sólo tienes tortitas, fríjoles, arroz y café,…; y, mientras escuchas noticias de las ayudas que los gobernantes han recibido, las que el gobierno da a alcaldes, y noticias de que esas ayudas no llegan,…, hay denuncias, el personal sanitario no recibe lo que necesita, las ayudas no son mucho más que un parche,…, eso sí, si la enfermedad avanza y hay más contagiados, la culpa no será de la falta de previsión, de la corrupción, de un sistema que no tiene en cuenta al pobre, sino de quién por hambre, por miedo, por necesidad, no ha permanecido encerrado en su casa para evitar contagiarse y contagiar… Por eso, me ha llamado la atención el consejo de Pedro a los que le preguntan qué tienen que hacer y es: “Pónganse a salvo de este mundo corrompido”. Frase que podemos entender de muchas maneras, pero que desde el Evangelio, desde la visión del Jesús como Pastor, me invita a no dejar que el miedo, las historias, el poder, me impida ver al otro como hermano, me impida abrir la puerta y el corazón a quién me necesita, me impida alzar la voz ante lo que puede ser una injusticia, me impida ser libre, y me ate a la corrupción del mundo en el que vivo.

Bueno, todo esto, ser Buen Pastor, a ejemplo de Jesús, ser libre e ir ofreciendo libertad, no es fácil, conlleva sufrimiento, desengaño, derrotas, pero, y termino con esto, como también nos dice Pedro en su carta, sufrir por la libertad, por hacer el bien, es lo que hizo Jesús, es lo que nos salva, es lo que nos une a Jesús, y más vale sufrir por ello que no sufrir por ser esclavo, dependiente, por buscar estar cerca del poderoso, mantener un status de privilegio,…Más vale sufrir por hacer el bien que por hacer el mal.

Qué realmente Jesús sea nuestro Pastor y nosotros aprendamos de él a vivir en libertad.