Isabel Díaz Auso. | Imagen tomada de www.eldiario.es

Por JUAN GARCÍA CASELLES | ¡Enamoradito me tiene! ¡Qué mujer! Siempre es capaz de superarse a sí misma, un prodigio de esfuerzo y constancia. Porque si hay gente que puede triunfar en la vida gracias a su valor para ser campeón del mundo en lanzamiento de huesos de aceituna, digo yo que mucho más mérito tiene quien es capaz de alcanzar la gloria a base de decir cada vez una estupidez mayor que la anterior, que esta es mi señora la mártir madrileña Isabel Díaz Ayuso, icono adorado por su grandioso milagro de la construcción de Ifema en menos tiempo que canta un gallo.

Alguno podrá creer que esto es cosa fácil y que lo hace cualquiera, pero probad a decir una sandez, y a los diez minutos otra mayor y a los otros diez, otra más grande y ya veréis lo extraordinariamente difícil que es.

Para que comprendáis su inmarcesible grandeza, no ha mucho descubrió que el Gobierno de la nación solo pretende enemistarse con los madrileños, maquinando oscuras e incalificables evaluaciones de unos clarísimos datos sanitarios, con lo que (mi Isabelita) puso al descubierto las intenciones del Sánchez, que no pueden ser otras que jorobar a los ciudadanos de la capital y así conseguir que los susodichos voten unánimemente a la virgencita del cuento y perder (el Sánchez, por supuesto) por ello las próximas elecciones cosa que creo yo debe ser para retirarse a alguna de las muchas islas del Caribe que debe haberse comprado con el dinero que le mandan de Venezuela, y, si no es eso, que me lo expliquen.

Pues bien, no contenta con esto, ha dicho que si el Gobierno no le hace caso se va a conseguir que los madrileños se arruinen, con lo que nos promete hacer el más milagroso de todos sus milagros, porque resulta que eso es imposible. Si es verdad que hay muchos madrileños que se pueden arruinar (no caerá esa breva), la realidad pura y cruel es que la inmensa mayoría de los madrileños no puede de ninguna manera arruinarse porque ellos ya están arruinados desde siempre, sin necesidad de ninguna pandemia ni ningún estado de alarma. Pero si consigue al final arruinar a los arruinados, ríanse ustedes de lo de los panes y los peces, porque eso será la peana de su definitiva gloria. ¡Loor a la Beata Isabel (in pectore)!