Domingo 4 de octubre 2020 (XXVII Tiempo Ordinario) | Isaías 5, 1-7; Salmo 79; Filipenses 4, 6-9; Mateo 21, 33-43

Por JOSÉ LUIS BLEDA FERNÁNDEZ | Primer domingo de octubre, y, este año cae en el día de San Francisco de Asís, el Hermano Universal, domingo que cierra el Jubileo de la Tierra que se inició el pasado 1 de septiembre y que conmemora el establecimiento hace 50 años del día de la Tierra que se celebra el 22 de abril. Además, la víspera, el Papa Francisco firmará su tercera encíclica, titulada “Hermanos todos”, en la que escribe sobre la fraternidad humana. Y en este tiempo de dar gracias a Dios por los frutos de la Tierra, nos encontramos con las lecturas de este domingo, en las que la primera y el Evangelio nos hablan de la viña cuidada y mimada por Dios, y la segunda de la oración, lecturas que nos preparan para la acción de gracias.

San Pablo en su carta a los filipenses nos invita a no preocuparnos y a orar, es decir presentar nuestras oraciones a Dios, poner en sus manos todo lo que nos preocupa, nuestros proyectos, nuestros deseos, nuestros fracasos, nuestros problemas… Muchas veces da la impresión que la oración la dejamos para el final, para cuando ya no se puede hacer más o no se puede hacer nada, entonces orar por ello. Aquí la oración se nos presenta como algo que debe ir antes, durante y después, siempre. Orar por lo que pensamos hacer, orar mientras se hace, ponerlo en manos de Dios haya salido o no. Si tenemos la convicción de que estamos en sus manos, somos suyos, y nuestros proyectos están en sus manos, nuestras preocupaciones serían menores, no tendrían mucho sentido, pues incluso el fracaso queda en sus manos.

Teniendo esto en cuenta, nos encontramos con el canto de la viña del amigo, en Isaías, y la parábola de la viña y los labradores homicidas en el Evangelio. Son dos los aspectos que os invito a considerar conmigo:

Uno es la descripción del cuidado de la viña. Un relato breve pero lleno de esfuerzo, de cariño…, sobre todo en el cántico de Isaías. Me recuerda el relato de la creación. Es como Dios prepara algo, crea algo, pone toda su alma en lo que hace, lo hace con todo el cariño, para que salga bien. La parábola añade a los labradores a quiénes se confía la viña, que no aparecen en el texto de Isaías.

Luego viene el fracaso de la obra realizada; en el texto de Isaías porque la viña de agrazones en vez de uva, en la parábola porque los labradores que la habían arrendado no quieren dar sus frutos al amo de la viña, llegando incluso a matar al hijo del amo. En Isaías, siguiendo luego al salmo 79, la viña es Israel, nosotros podemos decir que la viña es la Iglesia. Y hay podemos ver la Iglesia como algo preparado por Jesucristo, que eligió a los apóstoles, derramó su sangre en la cruz por ella, le dio su Espíritu, y hay tenemos algunos de sus frutos: Cruzadas, Inquisición, pederastia, banco ambrosiano, finanzas nada claras, corrupción…, son algunos de los agrazones. La versión de Isaías nos habla de que el Señor destrozará la viña, le quitará la cerca, la dejará como baldía, y es cierto: hoy hablamos de crisis en la Iglesia, algunos para superarla proponen volver a las formas del pasado (latines, capisayos…) y nos olvidamos del final del cántico de Isaías, lo que el Amo espera es derecho y justicia, no sangre ni lamentos.

La parábola del Evangelio de Mateo nos presenta una ligera diferencia: la viña no tiene culpa de la actuación de quiénes la han recibido, la viña seguirá, los que la pierden son aquellos que recibieron el encargo de cuidarla, de disfrutarla, de hacer que prospere y fructifique, son ellos quienes la perderán, y aquí cabe preguntarnos: ¿Cómo cuido de lo que he recibido? ¿Cómo cuido de la Creación? ¿Cómo cuido de los hermanos? ¿Cómo cuido de lo que se me ha confiado? Jesús, a diferencia de Isaías no habla de un castigo para toda la viña, sino sólo de que la perderán aquellos que no se han portado como debían, aquellos que se han querido apropiar de lo que les fue confiado, que han llegado a matar al hijo del dueño, imagen del propio Jesucristo, todo por quedarse con algo que no es suyo y que nunca lo será, pues tarde o temprano lo perderán.

Ojalá que estos textos nos ayuden a tomar conciencia de todo lo que nos ha sido confiado, de la Creación, de los hermanos, de los pobres, de …, y a saber que de todo debemos rendir cuenta a quién con tanto esfuerzo y cariño lo ha creado y nos lo ha confiado.