Comunidad San José Obrero de Alcantarilla

 

De derecha a izquierda, Mari Carmen Olmo, Consuelo Ruiz y Carmen Palma.

Un proyecto de vida agradecida desde los pobres

Acababa de morir mi padre y vivía una situación personal importante para mí, cuando me fui  al grupo comunitario que vivía en el barrio de San José Obrero de Alcantarilla. Era el año 1979.

Me acogió un grupo abierto  a personas y al barrio. En principio estaba formado por un matrimonio, Paco Espín y Mari Carmen Olmo, y Consuelo.Todos ellos militantes de HOAC. Llegué yo, y al poco se incorporó Carmen Palma.

Ahora, en 2012, en San José Obrero, la comunidad  que mantienen  Carmen y Consuelo alcanza la edad de 37 años. Algunos seguimos  sintiéndonos parte de ella y ellas mantienen la llama para que el calor nos llegue.

Como parte y testigo de esta experiencia, y porque es bueno que se conozca, vuelvo al año 1979 y recuerdo mis vivencias.

Lo que  vivencio  cada día, en esta humilde y austera casa, pero a la vez muy grande en el fondo, es que todo, absolutamente todo, se comparte.

Se comparte la vida.

Se comparten los sueldos, el que gana más por el que gana menos , el que trabaja y no cobra y el que cobra de su trabajo .

Y se comparte la acción,  la tarea del trabajo que a su vez tiene muchas implicaciones y complicaciones en cada uno de ellos.

Porque todos trabajan fuera del barrio y quieren  un mundo mejor también en el lugar de trabajo.

En el barrio solamente viven. Y viven  encarnados en él. La encarnación es de una entrega total y la casa siempre está abierta.

Las puertas casi no se  cierran, sólo al llegar la noche, y aún llegando la noche, muchas veces se abren porque la necesidad se presenta: un hijo a una hija de algún vecino que hay que acercar al hospital, o algún mayor que… o alguien que sencillamente se acerca a pedir un par de huevos, pan o un cartón de leche.

Las necesidades del entorno eran tantas y tantas que en esta casa y con este grupo de personas jamás se paraba. Era como si no tuvieran vida propia. Pero  pronto comprendí que sí la tenían, que su propia vida era la vida de los otros.

Que la vida de los excluidos del sistema, pudiera ser vida… Esa . Esa era la vida  de los que me rodeaban y la que ha seguido siendo. Una vida entregada por completo a  la liberación de los pobres y oprimidos.

Una tarea permanente que engloba  todas las pequeñas tareas. Día a día, mes a mes, durante años y años. Una opción de vida por los más pobres, tomada desde el referente único de sus vidas: El seguimiento de Jesús de Nazaret. Eso era lo que identificaba al grupo y lo sigue identificando: el seguimiento al obrero de Nazaret. Seguimiento desde los pobres, el mundo obrero y la iglesia.

Eso explica el tiempo y los años dedicados a interpretar nóminas , alfabetizar , visitar la cárcel, reclamar a Servicios Sociales, manifestarse junto a los que no tienen casa y la reclaman, promover proyectos de formación, proyectos de atención a la infancia…

Un proyecto de vida agradecida desde los pobres. Un proyecto de vida lleno de privilegios desde la austeridad. Un proyecto que pronto me hizo descubrir que la esencia del ser humano sólo tiene sentido cuando la vida propia se pone servicio los demás, que  me posibilitó también a mí hacer mi propia opción de vida de servicio al pueblo y al mundo obrero en la profesión de educadora de adultos y el seguimiento a Jesús  de Nazaret, eligiendo  mi militancia en la HOAC.

Fina Olmo